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Choque Femoroacetabular

Choque Femoroacetabular

¿Qué es?

El choque femoroacetabular es una entidad clínica que se caracteriza por la presencia de dolor y limitación de la función de la cadera debido a un impacto, generalmente repetitivo, entre la  unión cabeza-cuello del fémur y el reborde del acetábulo de la pelvis al realizar movimientos como la rotación o la flexión. 

Causas

Suele aparecer en pacientes con una anatomía particular en la cadera, bien sea en el fémur (cabeza no esférica, giba o tipo Cam) o en el acetábulo (exceso de cobertura de la cabeza femoral o tipo Pincer), asociado generalmente a actividades que suponen mucha actividad en flexión y rotación de la cadera.

Estos pacientes, tras muchos ciclos de choque femoroacetabular acaban provocando daño preferentemente a dos estructuras de la articulación como son el labrum o rodete acetabular (un fibrocartílago de similar estructura al menisco de la rodilla) y el cartílago acetabular.

Síntomas

El paciente presenta dolores en la zona de la cadera, principalmente en la ingle, pero también en la raíz de la extremidad, en el glúteo e incluso hacia la rodilla, que se agravan con la actividad física o el mantenimiento de posturas con flexión de cadera (estar sentado en sillas bajas o incluso en el coche).

Si el diagnóstico y tratamiento no se producen a tiempo, esta patología puede desembocar en artrosis de cadera, generalmente a edades más tempranas que la artrosis de cadera primaria idiopática.

Diagnóstico

Es de gran utilidad la entrevista clínica, la información aportada por el paciente y la exploración física en la camilla de exploración. Con ello, generalmente, un traumatólogo experto en patología de cadera, es capaz de orientar o descartar el diagnóstico de choque femoroacetabular.

Un estudio con radiografías de cadera específicas (protocolo radiográfico para el choque femoroacetabular) e incluso RNM simple o con contraste y en ocasiones un escáner, se suelen solicitar en el proceso de diagnóstico del choque femoroacetabular.

Tratamiento

En función de los síntomas y del estado de la articulación en el momento del diagnóstico, las alternativas de tratamiento y los resultados de los mismos pueden variar.

Lo ideal es diagnosticar el choque femoroacetabular en los estadios iniciales, antes de que avancen las lesiones y el labrum o rodete y el cartílago se hayan dañado de forma importante. Existe una clara relación entre el tratamiento precoz y el buen pronóstico y el tardío, cuando ya se ha producido el daño articular y en el que los resultados a medio largo plazo pueden ser más inciertos.

En primera instancia se aconseja al paciente modificar la intensidad o el tipo de actividad que provoca o agudiza la sintomatología, realizar tratamiento de fisioterapia e incluso con antiinflamatorios. En ocasiones puede realizarse alguna infiltración intraarticular.

En aquellos casos en los que con las medidas anteriormente descritas no se consigue el alivio de la sintomatología, puede precisarse tratamiento quirúrgico, que puede consistir en osteocondroplastia, que se puede realizar mediante cirugía abierta a través de la luxación segura de la cadera o de un abordaje mini invasivo sin luxación; o artroscopia de cadera.

En la Unidad de Cirugía Artroscópica, se realiza habitualmente un abordaje artroscópico a través de dos o tres incisiones de 2 cm. aproximadamente y en torno a la cadera. El paciente es colocado en decúbito supino (boca arriba) en una mesa quirúrgica especial para poder traccionar de la cadera y así, separar la cabeza femoral del acetábulo para acceder al interior de la articulación.

En caso de ser necesaria una prótesis de cadera, el médico valorará que tipo de prótesis se puede utilizar en cada caso en función de diferentes factores: morfología de la cadera, calidad del hueso,  peso del paciente, etc...

La Unidad de Cirugía Artroscópica es pionera en la utilización de  Plasma Rico en Factores de Crecimiento (PRGF®-Endoret®). En los casos quirúrgicos artroscópicos su aplicación está recomendado para favorecer la reparación del labrum, el cartílago y los tejidos blandos articulares y periarticulares. En casos de artrosis, se aconseja su utilización para demorar la sustitución de la articulación.